“El
maestro se vuelve antipedagógico cuando deja de sentir ese impulso por crear
nuevas estrategias para enseñar y deja de experimentar con nuevas formas de
enseñas”
“El
maestro que se vuelve antipedagógico echa a perder un grupo que no aprenderá y
probablemente creará un sentimiento de aversión hacia el aprendizaje fomentando el
desgano y la apatía por la instrucciones educativas”
Los profesores antipedagógicos basan su legitimidad como profesores
en el conocimiento de la disciplina y no en su capacidad de promover el aprendizaje.
Consideran, así mismo, que la escolarización va aparejada al aprendizaje y, por
lo tanto, el fracaso escolar se debe principalmente al alumno: o no trabaja o
no tiene interés o no está capacitado para los estudios. Dicho de forma más
tajante, tienden a considerar que el alumno que no aprende no debería estar en
la escuela. O, por lo menos, en su escuela. En consecuencia,
defienden la necesidad de diferentes itinerarios escolares según el grado de
interés, de trabajo o de capacidad de cada alumno.
Los profesores antipedagógicos conciben un sistema
escolar basado en la instrucción y no en la
educación y
defienden una escuela que se legitima por la tradición.
Os adjunto una crítica sobre esta postura
antipedagógica, que he encontrado en la página de Instituto Iberoamericano de
TIC y Educación:
“Cuando no consideramos al estudiante como individuo capaz de generar sus propios aprendizajes,
sus propias experiencias de vida,
cuando no le preguntamos y no averiguamos qué es lo que ya sabe o practica,
cuando no respetamos el contexto socio-cultural que caracteriza la escuela,
toda la información transmitida carece de sentido y significado. Es así, porque
dicha información no parte desde el que aprende, y es lejana a las realidades
existenciales de los alumnos. Quizá por ello muchos de nuestros estudiantes no
entienden lo que le obligamos a aprender. En ese sentido, podemos decir que el
sistema de enseñanza es antipedagógico porque no considera a quien aprende como legitimo otro, esto
es, un ser humano con historia propia y características individuales
intransferibles; de ahí que casi todos los procesos
de enseñanza-aprendizaje que conocemos sean antipedagógicos porque no respetan
la individualidad de la persona y la colocan en una “igualdad de condiciones”
enseñando todo y a todos de la misma forma. Un proceso de enseñanza-aprendizaje
pedagógico debería ser capaz de superar el nivel de información y según he
podido ver, estos niveles son cuatro. Nivel informativo, significativo,
relevante y trascendente. La mayoría de la información que entregamos a
nuestros estudiantes nunca se transforma en conocimiento porque dicha
información no se relaciona con sus vivencias, intereses o inquietudes. Para ir
más allá del nivel de información y llegar a la trascendencia de la misma, los
profesores debemos superar nuestros prejuicios, ir más allá de la especificidad
de la disciplina o materia, buscar o crear las relaciones conceptuales que
existen entre los distintos ámbitos de la vida y saber que no hay una sola
forma de conocer y aprender ni un único camino para construir conocimiento.”
Luis Alberto Luizmayer Gutierrez